¿Qué ha sido las ciudades fantasmas chinas en África?
Las ciudades fantasmas chinas en África son el síntoma visible de un fenómeno mucho más complejo. En 2009, China superó a Estados Unidos en inversiones en el continente africano, colocándose firmemente en el primer lugar por la enorme cantidad de dinero puesto en juego. Estamos hablando de decenas de miles de millones de dólares, parte de los cuales se destinaron a financiar la construcción de gigantescas obras urbanas.
Las ciudades fantasmas chinas en África
Nova Cidade de Kilamba, uno de los proyectos más llamativos en este contexto, representa una inversión de 3.5 billones de dólares, los cuales se gastaron por parte de la China International Trust and Investment Corporation. El asunto salta de nuevo a la prensa internacional porque la ciudad ha estado desierta durante años y solo durante estos últimos años el gobierno de Angola ha conseguido promover incentivos económicos para que sea ventajoso alquilar uno de los más de 100,000 apartamentos de la ciudad.
Sin embargo, el fenómeno de las ciudades fantasmas parece generalizado: en Marruecos se comenzaron a construir desde 2004, incluso sin el apoyo chino, aunque los resultados fueron muy similares a los de Kilamba, con viviendas para un millón de personas y aún poco habitadas. Europa también se está moviendo para financiar proyectos de construcción, como el de la nueva ciudad de Mbankomo, y los frutos de este trabajo deberían verse en el futuro cercano.
¿Por qué los chinos invierten en África?
Llegados a este punto, surge la pregunta: ¿por qué China está tan interesada en invertir en África? Parece que hay varias respuestas al respecto, y lamentablemente son pocas las que no nos permiten prever algún final nefasto, incluso si ninguno de ellos se confirma como cierto. Parece que el gigante de Oriente quiere aumentar enormemente su radio de influencia, sobre todo en un mercado emergente como podría convertirse el africano.
Sin embargo, esto favorecería la utilización de prácticas inadecuadas, como la extracción ilegal de materias primas, en las cuales el continente africano es muy rico. Otro aspecto que asusta mucho es la llamada «externalización» de la contaminación: si China necesita administrar su economía sin aumentar el ya desastroso problema de la contaminación, podría decidir trasladar parte de su gigantesca maquinaria industrial a África.
Mientras tanto, incluso en la propia China surgen nuevas ciudades enteras, algunas todavía deshabitadas, como parte de uno de los planes de urbanización más impresionantes que el país asiático haya enfrentado jamás.
