El árbol de la muerte, el árbol más venenoso del mundo
El árbol de la muerte debe su nombre a la palabra española Manzanilla, literalmente "pequeña manzana", y es a todos los efectos el árbol más venenoso y peligroso del mundo. Todas sus partes son tan tóxicas que no se aconseja ningún tipo de contacto, incluso refugiarse bajo sus ramas durante la lluvia.

El árbol más peligroso del mundo
La manzanilla de la muerte crece entre los manglares de las paradisíacas playas tropicales del Caribe, pero tiene muy poco de paradisíaca. En 2011 esta planta fue catalogada en el Libro Guinness de los Récords como el árbol más peligroso del mundo. Todas sus partes son tóxicas y el mero contacto con ellas puede causar irritaciones de la piel, incluso bastante graves. La ingesta de la fruta puede, como os imaginaréis, tener consecuencias aún peores. La causa de la mala fama de esta planta radica en su savia, que contiene varias sustancias irritantes, entre ellas el forbol. Por esta razón, incluso estar debajo de la planta cuando llueve puede crear problemas de piel, y también quemar su madera mal secada.
Los frutos de la manzanilla de la muerte han contribuido a ganarse la reputación del árbol más venenoso del mundo. A pesar de lo que se pueda imaginar, los desafortunados que se aventuraron a probar las "manzanas de la muerte" han contado que al primer mordisco la fruta tiene un sabor agradablemente dulce, pero pronto se convierte en notas picantes, en un clímax que termina con un ardor muy fuerte y provoca la obstrucción de la garganta. Esta característica impide la ingesta de alimentos sólidos debido a los fuertes dolores.
La manzanilla de la muerte, sin embargo, a pesar de ser el árbol más ofrece partes que pueden ayudar al hombre. Su papel para el ecosistema, y también para el hombre, va mucho más allá. De hecho, al vivir en el borde de las playas del Caribe, desempeña un importante papel protector, actuando como cortavientos y promoviendo la estabilidad de la playa gracias a sus raíces que evitan la erosión. Además, en el pasado, los hombres han usado su madera para calentar (después de secarla) y sus hojas y frutos para fines medicinales. Lamentablemente, también el uso bélico ha afectado a esta planta, cuyas hojas se han utilizado para envenenar los recursos hídricos de los rivales durante los conflictos entre los pueblos tribales del Caribe, así como para envenenar dardos y flechas.
