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Carne y antibióticos, una relación complicada

Carne y antibióticos, una relación complicada

Debemos admitir que la idea de pagar poco por la carne siempre ha sido muy seductora, pero en los últimos años nos estamos dando cuenta de las posibles consecuencias que esta elección puede tener.

El sistema alimentario moderno, en particular el de la ganadería intensiva, ha derivado en un perverso mecanismo que corre el riesgo de causar una grave amenaza para los seres humanos y cuya posible solución mantiene ocupados a científicos de todo el mundo. Estamos hablando de la relación entre la carne y los antibióticos, y más concretamente de quienes son su objetivo, las bacterias, que en un período de tiempo relativamente corto han logrado desarrollar una resistencia cada vez más preocupante a estos medicamentos.

Ganadería intensiva

¿Cuál es el motivo de emplear tantos antibióticos? Pues muy simple, superar los límites biológicos de los animales que queremos criar. En el momento en que algo, como por ejemplo un alimento de origen animal, que por naturaleza es poco estandarizable y no sigue las normas del mercado, se ve como un producto que se comercializa con la máxima eficiencia, el objetivo a lograr es simplemente el del máximo rendimiento.

Es por esto que, especialmente en la agricultura intensiva del otro lado del océano, el ganado se alimenta con cereales, que normalmente no son lo más adecuado para estos animales. De todos modos, si se consiguen mantener a raya las posibles consecuencias negativas con dosis bajas y prolongadas de antibióticos, estos cereales se vuelven muy efectivos para reducir el ciclo de producción. Otra variable a tener en cuenta es la gran densidad de ganado dentro de los establos, lo cual aumenta exponencialmente el riesgo de contagio. En este caso, la solución sigue siendo también el uso de antibióticos en dosis blandas..

Cuestión de selección, baby!

Estas prácticas ganaderas tienen consecuencias varias: por un lado, un organismo libre de enfermedades se vuelve inmediatamente más eficiente, aumentando así la velocidad de crecimiento, especialmente en el caso de la avicultura. Por otro lado, sin embargo, si suministramos estos medicamentos en dosis bajas pero de manera frecuente, no será suficiente para eliminar por completo estos microorganismos, sometiéndolos a una presión selectiva que posiblemente dará lugar a una cepa de bacterias resistentes a ese medicamento en cuestión. Esto implica que para erradicar la enfermedad la próxima vez, será necesario usar una mayor cantidad de antibióticos, desencadenando así un círculo vicioso en el que la selección desempeña el papel de ama y señora, generando una amenaza frente a la que ya no podemos seguir indiferentes.

Tomemos como ejemplo el primer antibiótico que existe, la penicilina: se introdujo en 1943 y dos años después comenzaron a aparecer las primeras cepas resistentes. En 1972 se introdujo la vancomicina, los primeros signos de resistencia comenzaron a aparecer en 1988, dieciséis años después y finalmente la Daptomicina, que se presentó en 2003, y vio como sus adversarios ya sobrevivían en menos de un año. Se estima que 50.000 personas en Estados Unidos mueren cada año debido a infecciones incurables. En este contexto, surge el problema de los antibióticos utilizados en las explotaciones ganaderas, que contribuyen a la propagación de cepas cada vez más resistentes entre los animales, con la esperanza de que no se manifiesten casos evidentes de zoonosis.

¿Hay alguna solución?

Es necesario hacer algunas puntualizaciones: en Europa, las regulaciones de producción ganadera son muy estrictas acerca del uso de antibióticos como aceleradores del crecimiento, estando prohibidos en muchos casos, y lo mismo ocurre con las hormonas. Por otro lado, la ganadería ecológica puede que no sea la panacea que nos imaginamos ya que los controles, de hecho, no son tan exhaustivos como se cree. Por ejemplo, las granjas avícolas en Italia han estado bajo el punto de mira de Compassion in World Farming (Ciwf), una organización sin fines de lucro cuyo propósito es monitorear el estado de salud de los animales de granja y evitar que apliquen el sistema intensivo. Para empeorar aún más la situación, existe un informe del Ministerio de Salud italiano que registra niveles preocupantes de resistencia a los antibióticos en sus propios pollos. De las 709 muestras tomadas, alrededor del 12% dieron positivo en Salmonella, mientras que alrededor del 95% dieron positivo en E.Coli. Annamaria Pisapia, presidenta de Cifw Italia, declaró que «el uso excesivo de antibióticos en granjas de pollos es necesario porque las defensas inmunológicas de los animales se reducen extremadamente debido a la selección genética y a las condiciones de crianza, incluyendo la altísima densidad de las granjas».


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Raccontare e spiegare cibo, natura e salute. Un obiettivo più facile a dirsi che a farsi, ma nella redazione di inNaturale non sono queste le sfide che scoraggiano. Siamo un gruppo di giovani affiatati in cerca del servizio perfetto, pronti a raccontarvi le ultime novità e le storie più particolari riguardo il complicato mondo dell’alimentazione.
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